Clementina
Suárez, nació en fecha 14 de mayo de 1902 en la localidad de Juticalpa,
departamento de Olancho, en la república de Honduras. Era una gran pintora y
poeta. Casada con el famoso pintor y escultor José Mejía Vides, Clementina
Suárez es uno de los nombres fundamentales de la poesía hondureña de
vanguardia. Clementina Suárez es hija del matrimonio entre el señor Luis Suárez
y la señora Amelia Zelaya Bustillo. Asimismo bisnieta del Abogado y político
Felipe Bustillo presidente provisional del estado en 1881 y nieta del
matrimonio compuesto por Nicolasa Bustillo Ayala y Adán Zelaya.
Clementina Suárez, fue una Bohemia apasionada de los cafés. Desde muy niña se habituó a ir donde
quería y hacer lo que le pareciera. No le molestaba ser la única mujer que
frecuentaba el estanco de "Mamá
llaca" en el Barrio La Ronda de Tegucigalpa.
Fue una mujer que adoraba la compañía de los hombres en todas las
formas, le encantaba estar rodeada de talentos, energía e ideas. De hecho la
educación de Clementina era la gente.
A Clementina Suárez se le llamó la "Mujer Nueva" de Honduras. Vestía pantalones cortos y traje
de baño; celebraba su cuerpo no sólo en su vida sino también en su poesía. Fue
liberada, independiente y franca. Tegucigalpa se escandalizó y se intrigó por
ella. Y aunque ella fue la primera mujer que publicó un libro en Honduras, la
gente se interesaba más por sus amantes que por su poesía.3
En diciembre de 1991 la delincuencia se ensañó con esta noble Poeta. El
Poeta Roberto Sosa le hizo su última entrevista. Mujer y Poeta. O para ser más
cabales con su indivisible condición humana: Mujer Poeta. Clementina Suárez es
así: Mujer por la gracia de su sexo, el cual ha sabido enaltecer a niveles muy
por encima del consabido muérgano; y Poeta por destinación inclaudicable, la
única en su género que ha logrado aquí, hasta hoy, ejercer tal oficio con
suficiente propiedad y transcendencia.
Si hubiera una sola palabra para extraer su dilatada trayectoria vital,
yo propondría: intensidad hasta la última gota de luz que fuera posible. Por
eso, Clementina Suárez le ha profesado al tiempo la más legitima de las
lealtades: la autenticidad, lo cual supone a despecho de lo establecido no
dejarse avasallar por aquél, no prestar obediencia a sus varios y variados
fueros. Ella ha vivido para crecer. Su corazón, arma de fuego, ha traspasado
limpiamente los caparazones de la fijeza, la rendición o el acatamiento. Vivir
intensamente es perdurar, mas sólo perdura lo voluble, lo irreductible, lo
desmesurado. Suyas podrían ser estas palabras de la inmortal escritora
brasileña Clarice Lispector: "No quiero la terrible
limitación del que vive tan sólo de aquello capaz de tener sentido".
De igual manera su poesía no ha sido ajena, en ninguno de sus versos, a
tan hermoso destino. Vida y obra han crecido trenzadas, acoyuntadas por la
firme y fecunda pasión de existir, de perdurar. La obra de Clementina Suárez
es, por eso, uno de los testimonios más genuinos y ejemplares que se puede
encontrar dentro de la tradición literaria de Honduras. Desconocer su nombre,
por mucho efusivo de macho cabrío que abunde en un ambiente como el nuestro,
sería como privar a nuestras letras y, por qué no decirlo, a un período
significativo de la actual formación cultural hondureña, de una voz, de una
actitud con caracteres fundacionales. Vida y obra se erigen, por tanto, en
hitos precursores de una forma de hacer, de una manera de ser iconoclastas,
eclosivas, sin duda necesarias para potenciar todo proceso de transformación
material y espiritual, así le definía el Poeta Rigoberto Paredes a esta Poeta
Hondureña.
En 1970
recibió el Premio Nacional de
Literatura “Ramón Rosa”.
La
entrevista final
En una entrevista hecha por Roberto
Sosa a Clementina sobre la crítica literaria en Honduras, comentaba que al no
haber una política cultural bien planeada y organizada, todo marcha con grandes
deficiencias, Creía que se podía pedir al Gobierno y a los mismos artistas, que
fueran un poco más consecuentes en relación a su trabajo ya que ellos mismos
son los que tienen que ir dando la pauta para encontrar en ello mismos la
crítica de su obra.
Clementina era del pensar que
ocasionalmente los suplementos de los diarios, algunos artículos de revistas
hacían crítica. Pero que dentro de nuestras condiciones era muy difícil que
alguien se dedique a la crítica porque hay montada una labor de mutuos elogios.
Una debilidad es la de ser individualistas; no trabajamos los artistas en
comunidad, y esa actitud nos aísla de toda realidad.
El Poeta Sosa le preguntaba en su
entrevista a esa connotada escritora a su juicio quienes eran los escritores y
poetas hondureños, de las diferentes épocas más relevantes. Haciendo un
recuento de lo leído manifestaba, con toda claridad, creo que Alfonso Guillén
Zelaya, Ramón Amaya Amador, Medardo Mejía, Froylán Turcios, Juan Ramón Molina, fueron escritores que fomentaron
nuestras inquietudes y que tenían los ojos puestos en una nueva patria.
Al referirse a los escritores
extranjeros que más han influido en la formación de los escritores hondureños,
la Poeta era del pensar que los que lograron despertar conciencia y estar
completamente claros en que su obra tenía que tener los ojos puestos en la
realidad de su pueblo fueron Pablo Neruda, Cesar Vallejo, Miguel Ángel
Asturias, entre otros.
Sobre los escritores que viven de su
trabajo Clementina pensaba que ninguno, ya que algunos escritores, comentaba,
escriben algunos artículos en los diarios pero pésimamente remunerados, y que
jamás sería posible vivir con ello. Con lo que los Escritores
y Poetas logran defenderse, es con la docencia en los colegios y
universidades,; los demás deambulan de un lado a otro buscando acomodo, en las
más difíciles condiciones.
En cuanto al periodo más importante en
la historia literaria de Honduras consideraba que todos los días se avanza
aunque lentamente y nos concretamos con fuentes ascendentes y renovadoras del
mundo entero. Por lo menos ahora el escritor está teniendo un sentido más
universal.
Finalmente le contaba al Poeta Roberto
Sosa que creía que el grado de estimación del público a sus Poetas Y escritores
era afectivo. Y el escritor o poeta se debía sentir compensado con cariño.
Obras:
·
Corazón Sángrate, escritos
en 1930,
·
Los Templos De Fuego, en
1931,
·
De mis sábados el último, en
México, 1931,
·
Iniciales en 1931 en
coautoría con los mexicanos Lamberto Alarcón y Emilio Cisneros Canto y el
hondureño Martín Paz
·
Engranajes, poemitas en
prosa y en verso, en San José, Costa Rica, 1935,
·
Veleros, en La Habana, 1937,
·
De la desilusión a la
esperanza, en 1994,
·
Creciendo con la hierba, en
1957,
·
Canto a la encontrada patria
y su héroe en 1958, y
·
El Poeta y su señales, en
1969.
Poemas:
·
Lamentos en el Espacio
·
Afuera ruge el viento.
·
Tu cabeza está en mis
piernas.
·
La noche se entretiene en
ronda de fantasmas.
·
Aguas desbarrancadas cortan
narcisos y nieblas, para adornar la tumba de tanto pájaro muerto.
·
Tú peinas y despeinas mi
cabello mientras el mar arrastra sangre y lodo.
·
La sombra parece que
esculpiera cadáveres.
·
¿Quién llora y se desespera
en el aire?
·
Amor. Tú estás dormido, -sin
darte prisa por salir de la noche- mientras yo atajo lamentos de madres y de
niños.