Augusto
Monterroso nació el 21 de diciembre de 1921 en Tegucigalpa,
capital de Honduras,
hijo del guatemalteco Vicente Monterroso y de la hondureña Amelia Bonilla.1 Pasó su infancia y
adolescencia en Guatemala,
país qué consideró clave en su formación, y que asimismo hizo su patria:
Al
estallar en 1944 las revueltas contra el dictador Jorge
Ubico, Monterroso desempeñó un activo papel, lo que le llevó a
la cárcel al tomar el poder el general Federico Ponce Vaides,
pero en septiembre logró escapar de prisión y pidió asilo en la embajada de México.
Tras la revolución de octubre en Guatemala,
encabezada por Jacobo
Arbenz, Monterroso fue designado para un cargo en el consulado
de Guatemala en México, donde permaneció hasta 1953. Tras la caída de Arbenz se
exilió en Chile,
donde trabajó como secretario de Pablo
Neruda, para retornar a México en 1956, país en el que iba a
establecerse definitivamente.
Narrador y ensayista,
empezó a publicar sus textos a partir de 1959, año en que se publicó la primera
edición de Obras completas (y otros cuentos),
conjunto de incisivas narraciones donde comienzan a notarse los rasgos
fundamentales de su narrativa: una prosa concisa, breve, aparentemente sencilla
que sin embargo está llena de referencias cultas, así como un magistral manejo
de la parodia, la caricatura, y el humor
negro.
Los
escritos de Augusto llegaron a los más diversos lugares del mundo, como Japón,
país donde varias de sus obras se convirtieron en series de televisión,
haciendo referencia a dibujos animados, cómics y series como Pieza Única (One
Piece), que fue compuesta por el director de mangas Eiichirō
Oda.
Tito,
como lo llamaban sus allegados, el gran escritor de cuentos y fábulas breves, falleció de
un paro
cardíaco el 7
de febrero de 2003. Estuvo casado con la escritora de origen libanés Bárbara
Jacobs.
Es
considerado como uno de los maestros de la mini-ficción y, de forma breve,
aborda temáticas complejas y fascinantes, con una provocadora visión del mundo
en el universo y una narrativa que deleita a los lectores más exigentes,
haciendo habitual la sustitución del nombre por el apócope. Entre sus libros
destacan además: La
oveja negra y demás fábulas (1969), Movimiento
perpetuo (1972), la novela Lo
demás es silencio (1978); Viaje
al centro de la fábula (conversaciones,
1981); La palabra mágica (1983)
y La letra e: fragmentos de un diario (1987). En 1998 publicó su colección
de ensayos La vaca.
Su
composición Cuando despertó, el dinosaurio todavía
estaba allí, estaba considerada como el micro relato más breve de la
literatura universal hasta la aparición de El
emigrante de Luis Felipe Lomelí.
Ha sido incluido en una docena de antologías y traducido a varios idiomas,
además de tener una edición crítica de Lauro Zavala titulada El
dinosaurio anotado. Con
razón, Monterroso aseveró sobre este micro-relato que "sus
interpretaciones eran tan infinitas como el universo mismo". En 1970 ganó
el premio Magda Donato, en 1975 el Premio Xavier Villaurrutia por Antología
personal, y en 1988 le
fue entregada la condecoración del Águila
Azteca, por su aporte a la cultura de México. Fue
galardonado con el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances (México) en
1996. En 1997 el
Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala le otorgó el Premio Nacional de
Literatura "Miguel Ángel Asturias". En 2000 le
fue concedido el Premio Príncipe de
Asturias de las Letras en
reconocimiento a toda su carrera. En las palabras del jurado: «su obra
narrativa y ensayística constituye todo un universo literario de extraordinaria
riqueza ética y estética, del que cabría destacar un cervantino y melancólico
sentido del humor. (...) Su obra narrativa ha transformado el relato breve.
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